De cómo me he salvado de varias y he vivido para contarlas (1era parte)

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Noviembre me trató mal, hay que decirlo.
Me trajo cosas muy heavies, grandes decepciones, amargos encontrones con gente que no cabe en este humilde espacio (porque lo desperfilaría, y porque no quiero hablar de trabajo aquí), y frustraciones en todos los sentidos imaginables. Pero el cambio más drástico se tradujo en mi reciente inseguridad para andar sola en la calle... a eso de las... 9, 10 pm?

Concepción es MI ciudad, ya lo he clamado antes, y por 20ysiempre años caminé por sus calles como Pedro por su casa, pero esa costumbre se ha roto la semana pasada. Un miércoles, después de la clase de flamenco fuimos a por unos cortados con una compañera bailaora. Pasaditas las 10 figuraba yo encaminándome al paradero más optimista posible; ese que aunque quede a la rechucha, igual tienes la esperanza de alcanzar un asiento en un colectivo poco frecuente.

Caminaba pues entonces por dichas oscuras calles cuando de pronto un tipo se cruza conmigo y detecté, por esas tincadas que nos dan a las mujeres, que sus intenciones para conmigo no eran nobles ni cristianas. Entonces, en una fracción de segundo y con el rabillo del ojo, detecté su mano dirigiéndose hacia mi retaguardia y... esquivé, señoras y señores. Logré librarme de tamaña afrenta. Pero un momento... Pardiez! Una afrenta solo se lava con sangre! Claaaaaaro... sangre... sangre... sangre en el ojo le tenía yo a ese hijodelagranputaqueloparió y para saciar mi sed de venganza, no vi otra arma que una piedra.

Mi abuelo y mi padre me entrenaron bien y desde los 3 ó 4 años, ergo mi puntería es certera. Y di en pleno homóplato izquierdo del "don Juan" venido a menos. Y corrí. Corrí como alma que se la lleva el Diablo y me subí al primer colectivo que encontré con un asiento libre y le dije: "vamos pues!", sin calcular que 3 cuadras más allá me tendría que bajar indignamente porque mi error era garrafal, y si seguía, sólo Dios sabía si volvía al hogar.

Mi hermano festinó la hazaña. Yo aún me muero un poco de asco-miedo-orgullo de tan solo pensarlo y rememorar la situación. Dos días después, volví a la escena del crimen. Tenía que cerrar el ciclo...

2 comentarios:

Mena dijo...

Actuaste como toda una Pia Fierro. Digna hija de Eva. Na que hacer, te somos terrible de shoras po lola.

Besos cabezoni!

Anónimo dijo...

Con razón me duele la espalda.

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